INSTINTO BÁSICO
El domingo próximo se presenta en el Teatro de las Esquinas, de Zaragoza, ‘Prima natura’, de la compañía aragonesa de Violeta Borruel, quien nos ha contado lo que supone para ella esta nueva creación…
Texto_OMAR KHAN
Madrid, 02 de abril de 2024
En Prima Natura, tercer trabajo coreográfico relevante (después de Golondrinas y Blu) de la ascendente creadora aragonesa Violeta Borruel, que se verá próximo 07 de abril en el Teatro de las Esquinas, de Zaragoza, nos encontramos con tres seres primarios que interactúan con unas esculturas, en principio abstractas, que no obstante recuerdan formas orgánicas, rocas primigenias o magma volcánico. Su autora, que lleva la vida debatiéndose entre la geología y la danza, parece haber encontrado aquí una conexión entre sus dos mundos.
“Al principio no la veía”, nos comenta reflexiva. “Pero con la geología he desarrollado capacidad para investigar y resolver problemas que han sido útiles a la hora de coreografiar. También me ha ayudado la capacidad de tener esa visión espacial que es tan básica para un geólogo”. En cualquier caso, el punto de partida de su nueva pieza, la más íntima de las que ha hecho nos dice, no está en una roca sino en los instintos primarios en los que ella y sus intérpretes, Estrella Martín y Gonzalo Paguero, estuvieron investigando.
“Tenía ganas de explorarme, de buscar en mí lo que me mueve y sacar lo que encontrara, No algo concreto, lo hice sin una intencionalidad, y lo que salió fue algo primitivo, muy primario. Así que comencé a leer e investigar sobre el origen como un punto de partida posible. Es un tema muy recurrente en el arte y en la danza, pero lo abordé con los bailarines de una forma más personal, indagando en qué nos conectaba. Por ese camino llegamos a algo muy de tierra y raíz, muy animal y muy poco racional”.
Tres ciclos
Prima natura, que se despliega en tres ciclos, uno vinculado con lo animal e individual, un segundo enfocado en la interrelación, en los principios de comunidad y manada, y un tercero más espiritual, se sustenta principalmente en su atmósfera, en buena medida responsabilidad de las esculturas de María Jesús Bruna y la música, de aires tribales, que le ha creado el compositor José Pablo Polo. “Al final, nos ha salido una creación muy vinculada con la naturaleza pero nos ha llevado allí la propia pieza, llegando más a la vinculación entre naturaleza, origen y evolución”.
La compañía de Violeta Borruel se presenta como un oasis en el árido paisaje de la danza aragonesa. Originaria de Huesca, la creadora ha seguido un periplo siempre en paralelo con sus estudios de Geología. Del Conservatorio de Granada saltó a Madrid, en principio becada para un doctorado en Geología, pero como siempre, aprovechó para tomar clases con Carmen Werner. Estando allí se animó a probar suerte en el Conservatorio Superior de Danza María de Ávila, donde terminó graduándose.
“Empecé en danza con cuatro años, mi madre me llevó a ballet. Me contó que en aquel entonces no teníamos tele y fuimos a verla a casa de mi abuela. Estaban echando un ballet clásico, sería La bella durmiente, y dice que yo me quedé hipnotizada mirándolo hasta que acabó. Y eso hizo que me llevara a clases de ballet, que era lo único que había en Huesca. Allí estuve hasta que me fui a Zaragoza a estudiar Geología y en paralelo descubrí el contemporáneo. Y se me abrió el mundo…”