VUELVE GUGURUMBÉ
En única función mañana, en el Auditorio Nacional de Música, de Madrid, se podrá ver una vez más ‘Gugurumbé, las raíces negras’, que supuso una alianza entre Antonio Ruz y Accademia del Piacere. Te lo contamos…
Texto_REDACCIÓN
En 2015 el violagambista sevillano de origen sirio-palestino Fahmi Alqhai y sus virtuosos músicos de Accademia del Piacere hicieron alianza con el coreógrafo cordobés Antonio Ruz montando juntos A l’Espagnole, espectáculo en el que investigaban la influencia española en la música culta francesa. Y en 2020 repitieron con otra propuesta, distinta pero de la misma índole: Gugurumbé. Las raíces negras, un repertorio que investiga en la herencia de la música y la danza de los esclavos negros llegados a España en el siglo XVI, que volverá mañana en única función al Auditorio Nacional de Música, de Madrid, donde nos explicarán desde el entretenimiento cómo la música negra y sus danzas terminaron contaminando la exquisitez barroca hasta fusionarse, y al tiempo, reclamaron también su participación activa en ese hibrido que es el flamenco.
“Se ofertaban negras criollas jóvenes y fuertes por 500 pesos en el siglo XVI”, nos dice en algún momento el espectáculo. Pero el precio incluía, sin que el comprador sospechara, un trozo de otra cultura. La negra criolla sabía cocinar o limpiar pero es que también sabía bailar y cantar. Así se filtró la cultura de allá en la de aquí. Y de ello da razón la música de Mateo Flecha, venerado compositor de la música antigua, que fue autor de Gugurumbé, una canción de La Negrina, una de sus célebres ensaladas, en la que se verifica claramente esta influencia.
Sobre la base de Flecha, pero con participación de otros compositores, Fahmi Alqhai y sus virtuosos músicos de Accademia del Piacere hacen vanguardia sin irrespeto, creando un marco sonoro académico de giros negroides sobre el que Antonio Ruz, en complicidad esta vez con la bailaora Patricia Guerrero, modela una danza, contemporánea como es la suya, que sorbe de varias fuentes, un sincretismo que parece una celebración del mestizaje, un verdadero festín de hibridación, montado con sencillez pero indudable buen gusto.
