EL HABITANTE INCIERTO
Debutó anoche la compañía holandesa de Jakop Ahlbom en Teatros del Canal, con ‘Unseen’, un ejercicio de danza teatro inspirado en Kim Ki Duk. Fuimos a verlo y salimos sorprendidos. Lee las razones…
Texto_OMAR KHAN Fotos_BART GRIETENS
Madrid, 07 de marzo de 2024
Lo primero que viene la cabeza es la estética de la compañía belga Peeping Tom, con ese hiperrealismo como escenario para el surrealismo, con esa sucesión de enigmas y metáforas, con ese escenario en perenne transformación, donde hay camas que se tragan al durmiente y triciclos que recorren solos toda la casa. Pero Unseen (Invisible), la verdaderamente sorprendente propuesta que el creador sueco Jakop Ahlbom estrenó anoche con su compañía holandesa en la Sala Verde de los madrileños Teatros del Canal (con función adicional hoy), carece del retorcimiento de los belgas, se apega mejor a la narrativa y recurre a la magia (literalmente) con esos objetos inanimados que cobran vida y autonomía.
Está llena de referencias esta coreografía para tres, donde el gesto cobra más importancia que el movimiento, quizá porque Ahlbom se graduó en la Escuela de Mimo, de Ámsterdam, y en realidad su propuesta está más cerca del circo y el teatro físico que de la danza. Pero no importa, porque no es el baile lo determinante. Lo que de verdad interesa –y deslumbra- es la capacidad de desarrollar una narrativa gestual delirante y sin palabras, que aparece inspirada en Hierro 3 (2004), aquella extraña película del fallecido Kim Ki Duk, en la que un ladrón generoso tiene la habilidad de vivir en una casa ajena sin que los habitantes se percaten. Se trata de un pequeño subgénero del cine actual, que ha dado títulos como la muy célebre Parásitos, o la muy sugerente El habitante incierto, infravalorado debut en el cine del realizador español Guillem Morales, también en 2004.
Rutinas de odio
Y es que lo cinematográfico está subrayado desde el inicio de Unseen, cuando un escenario giratorio nos va mostrando las diferentes estancias de esta casa a la manera de un largo travelling. Descubrimos en ella a una pareja hastiada y entregada al odio cuando no a la indiferencia. Se maltratan, se hacen malas jugadas, se desprecian el uno al otro… son infelices, está claro. Hasta que llega el intruso que se cuela por la ventana de la cocina, y siempre intentando no ser visto, va a tener una incidencia importante en esas vidas malgastadas, va a trastocar sus rutinas de odio y en su beneficio, se va a quedar viviendo a hurtadillas como el habitante incierto.
Hay en Unseen tristeza y melancolía, con frecuencia rotas por un humor negro y directo. Es muy física, agotadora y requiere mucha precisión, algo que el trío de bailarines derrocha. Reinier Schimmel, muy alto y parsimonioso, Silke Hundertmark, dúctil y expresiva, ambos con bella voz cuando entonan en directo esas dos melancólicas canciones, y el mismo Ahlbom muy eficaz como el sagaz intruso, tienen carisma de cara al público y complicidad auténtica entre ellos. Asumen sus personajes desde la gestualidad y se integran perfectamente a esta casa mágica y giratoria que, a partir ahora, tiene quizá para siempre a un hombre viviendo no bajo ese techo sino incrustado en sus paredes. Cálida y merecida ovación del público anoche.
