DECONSTRUYENDO A MARÍA PAGÉS
La realizadora Arantxa Vela Buendía se asoma al universo de la bailaora en ‘El baile de la alquimista’, el documental que estrena mañana en Teatros del Canal. Nos lo ha contado…
Texto_OMAR KHAN Fotos_ANTONIO CASTRO
Madrid 14 de abril de 2024
Cuando, en 2022, María Pagés fue invitada a participar en el Festival de Mérida con su nueva creación De Scheherezade, que ya había sido estrenada en el Teatre El Liceu, de Barcelona, fue una gran oportunidad para enmarcar y realzar su coreografía flamenca de aires árabes en ese entorno único que brinda el fantástico Teatro Romano de la ciudad extremeña. Pero también fue la ocasión perfecta para la realizadora Arantxa Vela Buendía, mujer de televisión haciendo cine, gracias al encargo de la Academia de las Artes Escénicas de un segundo largometraje documental de una serie que busca dar a conocer cómo son los procesos artísticos de destacados nombres de la escena nacional.
En el primero de ellos, Empuñando el alma. Procesos con Lluis Pasqual (que ya lleva 23 premios en festivales internacionales de cine), Vela Buendía pudo acceder al reputado creador teatral catalán desde las primeras lecturas hasta el estreno absoluto, en El Español, de El sueño de la vida. Desde ese proceso concreto pudo desmenuzar el todo de su universo creativo. Pero, con la obra ya estrenada, la situación se presentaba diferente para El baile de la alquimista, como finalmente ha terminado llamándose esta aproximación a la creadora y bailaora María Pagés (Sevilla, 1963), que tendrá su premier mañana en la Sala Verde, de Teatros del Canal, antes de emprender periplo por festivales de cine y quedar colgado, de forma gratuita, en el Canal YouTube, de la Academia.
“Mérida nos daba una oportunidad única: ver cómo la creadora solucionaba en dos días de ensayo la adaptación de la obra a ese espacio”, rememora la cineasta. “Filmamos ese proceso y la representación, y luego ya nos volvimos a Madrid para grabarla en su ámbito, en el Centro Coreográfico María Pagés, de Fuenlabrada, donde verificamos su voluntad de convertir su experiencia artística en acción social. Aquí la vemos trabajando con la gente de la comunidad con el mismo amor, la misma entrega y generosidad que caracteriza todo su trabajo”.
Esta segunda parte podrá resultar sorprendente para el que no conozca a Pagés. Por ello, desvelar esta faceta resultaba del todo imperativo para las ideas que quería transmitir en El baile de la alquimista. “En todo el proceso fue fundamental contar con El Arbi El Harti [poeta, dramaturgo y pareja artística y sentimental de Pagés], un observador y colaborador de lujo, que vive maravillado con esta relación y nos ayudó mucho a la hora de enlazar este proceso con el resto de su obra”.
Una pincelada
Admite Arantxa Vela (en la foto) la imposibilidad de meter en un largometraje la magnitud, quizá inabarcable, del mundo de una artista. “Yo diría que ofrecemos una pincelada de su universo. Como espectador te llevas lo que nos llevamos nosotros, la sorpresa de descubrir todo lo que hay detrás de una coreografía”. Pero hay reglas del género documental que hay que respetar. “Debes tener presente que no se trata de contar todo sino solamente aquello que, desde las imágenes, el espectador pueda entender. A diferencia de una película de ficción, en el documental llegas al rodaje con unas líneas que tienes en la cabeza pero hay una parte importante que la vas a descubrir en la edición”.
En este caso concreto, el visionado del material le permitió a Arantxa Vela el acceso a un aspecto omnipresente pero a un tiempo inadvertido en el trabajo de María Pagés. “En el hecho de ver y ver horas de grabación, de pronto descubres que hay algo de misticismo y trance, que ella y todos sus bailarines entran en una especie de meditación, lejos de los problemas cotidianos, de la vida alrededor”, reflexiona.
Parece importante destacar que la mirada de la realizadora no es la de una experta en danza. Y en este sentido no juega con ventaja frente a la mayoría de sus espectadores. No es corógrafa ni bailaora. Es cineasta. “Me aficioné al teatro viendo danza en el Festival de Otoño. Compraba siempre lo de danza y por ahí entré al teatro. Mi primera vocación fue el cine. Produje, escribí y dirigí seis cortos pero entré en Radio Televisión Española (RTVE) y de ahí no he salido. Toda mi experiencia laboral está hecha allí. Dirigí La Mandrágora, Mi reino por un caballo, y ahora Atención Obras [es especialista en artes escénicas de este programa]… no sé si hubiese podido existir en otro sitio. Van unos cuarenta años y no he hecho otra cosa”.
Pero no es del todo cierto. Porque ha podido realizar Donnellans sobre Shakespeare, que recoge diez años de entrevistas con el destacado director teatral británico, ha dirigido dos obras teatrales de autoría propia, y ahora ya cuenta con dos documentales rodados. “Me gusta escuchar a los artistas, me reconcilian con la humanidad”, confiesa sincera. “A mí desde muy pequeña me criaron con la idea errónea de que todos los artistas eran listos y lo sabían todo. Y he descubierto que si en el viaje creativo los artistas saben exactamente dónde van, mala cosa”.
Se percibe orgullosa de sus dos documentales rodados para la Academia y, aún cuando estima que el presupuesto es escaso, no deja de alabar la iniciativa. “Si me pidiesen un próximo episodio de estos documentales y pudiera escoger, que no es el caso, haría uno sobre Israel Galván. Seguro que no será, porque hay que dar oportunidad a otras manifestaciones de las artes escénicas pero, por si Galván lee esto… ahí lo dejo”.
